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El nombre de Torreblanca de los Caños resume, en sí mismo, el pasado de un barrio histórico con un número de restos arqueológicos comparables a los de otras zonas de la ciudad (ya desaparecidos en su mayoría). Por desgracia el olvido y falta de conservación y estudio de los restos históricos de Torreblanca va pareja con su situación presente, olvido y marginación, habiendo desaparecido casi totalmente todos los vestigios de la antigüedad.
Los principales restos arqueológicos que se encontraban en el barrio, algunos no hace más de cincuenta años, pertenecían, por orden de antigüedad:


LA VÍA AUGUSTA ROMANA.

Anterior al siglo I antes de Cristo, a su paso por Torreblanca unía Sevilla con Carmona y Alcalá de Guadaira. A la altura de la Rotonda de entrada al barrio se bifurcaba en dos direcciones una hacia Carmona y otra hacia Alcalá.
De esta misma época se encontraron restos de una casa de huéspedes y una taberna, restos que fueron expoliados y terminados de destrozar en las obras de construcción y remodelación de la Avenida de Peromingo y Plaza de la Juventud, hace algo más de 20 años. Durante las obras aparecieron monedas de varios emperadores romanos y de época árabe.

ANTIGUOS CAÑOS DE CARMONA

Estamos ante una obra árabe, concretamente de primeros del siglo XII, contemporánea de la Giralda, con más de 800 años, aprovechando la traza de una anterior de origen romano, y se extendía a lo largo de 17,2 kilómetros . Es efectivamente un acueducto de ladrillos, el único que hay en España, que sobre pilares constaba de 400 arcos. Prestó su servicio hasta el siglo XIX cuando lo fueron destruyendo fraccionadamente. Hoy sólo quedan tres trozos:

El que estaba enterrado y formando parte del puente de la calle Oriente, pocos metros más allá en Luis Montoto , esquina con Jiménez Aranda, otro trozo y por último, pasado la ronda del Tamarguillo, al filo de los Pajaritos con la Avenida de Andalucía.

El agua no venía de Carmona, venía como el pan, de Alcalá de Guadaíra, del llamado manantial de Santa Lucia. Parte del recorrido era subterráneo y la otra parte a través del acueducto. Este recibía el nombre de los Caños de Carmona porque recorría todo el camino hacia la también desaparecida Puerta de Carmona. Este último tramo, al aire libre, se iniciaba en la esquina de las instalaciones del Polideportivo de Torreblanca, donde se podían encontrar aún restos hace pocos años.

De la época árabe nos encontramos con un apeadero y venta en la zona de la las lumbreras, demolidas no hace más de 10 años para la construcción de las viviendas sociales de la rotonda. En este apeadero, última parada de los visitantes de la ciudad, las personas y los animales podían repostar y tomar agua fresca de los Caños.

LOS MOLINOS HARINEROS

La riqueza cerealista de la Baja Andalucía propició durante siglos el funcionamiento de una gran cantidad de molinos harineros asentados en sus cursos de agua.

«Se crían en este río barbos, bogas y anguilas, y entran sábalos en las arriadas. Con sus aguas muelen los molinos del Rincón, la Aceña Trapera, Benaharosa, San Juan, los dos del Algarrobo, el Arrabal, Realage, Pelay Correa, Cerrajas; y ya en término de Sevilla los de Aljudea, San Juan de los Teatinos, que sirve de barrena de cañones, el de la Torre, el Zapote, el del Arzobispo junto al puente de Guadaira, y últimamente las Aceñas de Doña Urraca, citándose en estos últimos deS evilla la donación que el Concejo de dicha ciudad hizo a don Jufre de Loaisa de los molinos que en tiempo de Moros se llamaron de Almofadet. Parece que el molino conocido hoy por Aljudea sería el del Judío Almofadet; el de la Torre le llaman Torreblanca y dicen fue de una doña Blanca, el del Zapote es el de Menjoar, que el vulgo llama Mejora«

«El molino de la Torre, le llaman de Torreblanca» da nombre al barrio, junto a los caños de Carmona, en la zona que ocupaba el antiguo cuartel de la Guardia Civil. Es de época árabe (finales del siglo VII), y utilizaba para su funcionamiento el agua de los Caños de Carmona, al que devolvía el agua después de utilizar la fuerza de la misma. Este molino tenía la característica singular de contar con una torre defensiva como vigía de la ciudad, guarda del molino y del inicio del tramo aéreo de los caños. Al parecer, después de la toma de Alcalá de Guadaira (Fernando III el Santo fue quien conquistó Alcalá en 1244) por los cristianos, estos avanzaron para tomar posiciones sobre Sevilla, según parece, y por los datos que hemos podido encontrar, unos de los campamentos más importantes del asedio y en el que pernoctó el mismo Rey se instaló junto a esta Torre Blanca y los Caños de Carmona cosa que no es de extrañar, por la posición fortificada y dominio del agua potable de la ciudad. De por sí, la toma de esta posición y el control de la principal fuente de agua potable de la ciudad fue uno de los principales elementos de la rendición de la misma ya que sus habitantes se vieron abocados a tomar agua del río y de pozos, las cuales, no reunían las condiciones necesarias y comenzaron a propagarse enfermedades.

La Torre junto con el Molino, y los últimos restos del acueducto fueron destruidos por los propios vecinos, para utilizar sus piedras como mortero para las viviendas de autoconstrucción, esto sucedió no hace más de cuarenta años.

HISTORIA DEL CANAL DE LOS PRESOS

Terminada, en abril de 1939, las operaciones bélicas de lo que se conoce como Guerra Civil, todos los órdenes de la vida española quedaron afectados por las nuevas condiciones políticas y económicas impuestas por los vencedores. Con el fin de la contienda, comenzaron los controles de residencia y desplazamiento, las cartillas de racionamiento y el exilio o la prisión de cientos de miles de españoles derrotados. Desde 1936, a medida que los sublevados fueron ocupando poblaciones y comarcas, se abrieron campos de concentración en donde se clasificaban a los prisioneros. Su destino bien podía ser sus localidades de origen, donde les aguardaba el consejo de guerra y la cárcel, o convertirse en miembros de los batallones del ejército franquista. Acabada la guerra, se produjo una cierta corriente, que sustituyó el destino militar por la cárcel o los campos de trabajo, modalidad ésta que tenía como finalidad, aprovechar una mano de obra barata y disciplinada.
Así surgió, uno de los aspectos peor conocidos e ignorados del franquismo, el uso despiadado del trabajo esclavo. Batallones de trabajadores, destacamentos penales, talleres penitenciarios y colonias penitenciarias, supusieron un importante filón de mano de obra.

El Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas, fue creado en Septiembre de 1939, con el fin de utilizar a los reclusos en obras de utilidad nacional. Uno de sus mayores proyectos, fue la obra hidráulica del Canal del Bajo Guadalquivir, conocido popularmente como Canal de los Presos. Entre 1940 y 1962, gracias al trabajo de los prisioneros de guerra y de represaliados políticos, numerosos terratenientes sevillanos transformaron sus latifundios de secano en tierras de regadío y se construyeron varios poblados de colonización.
En el año 1940, la Primera Agrupación del Servicio de Colonias Penitenciarias Militarizadas, situó sus dos primeros campos de trabajo en la fincas de La Corchuela y los Arenales, en el término de Dos Hermanas, a 5 y 10 kilómetros aguas abajo, en dirección a Lebrija. El 20 de enero de 1940, llegaron al campamento los primeros treinta presos que iban a trabajar en la construcción del canal. A lo largo del año, arribarían otros 1.500 penados. En noviembre de 1941 las obras del canal recibieron un nuevo impulso, al encargarse la 6ª Agrupación de otra sección de las obras. 750 penados llegaron al campamento, que se había levantado a unos cinco kilómetros, en la finca Los Merinales.

Los reclusos confinados en los distintos campamentos del Bajo Guadalquivir, procedían de las más diversas regiones de España, aunque un 61% eran andaluces. Los presos vivían una existencia desarraigada, lejos de sus habituales lugares de residencia y en condiciones infrahumanas. 
Además, el trabajo que realizaron, sobre todo en los primeros años, fue de gran dureza por la falta de instrumentos técnicos y por la propia situación de los campamentos. Muchos de los penados, una vez que consiguieron la libertad, encontraron enormes dificultades para rehacer sus vidas. Desterrados o sometidos a una fuerte exclusión social, no podían acercarse a sus lugares de origen, por lo que en muchos casos no tuvieron más opción que quedarse trabajando en el canal, ahora como asalariados libres o libertos.

Los presos construyeron 30 km. de los 160 km. que tienen el canal en su totalidad, concretamente, el tramo que comprende desde La Rinconada, hasta Dos Hermanas.
El trabajo de los presos finaliza en la intersección con el canal del Salado, que tiene su origen en la presa “Torre del Águila” (también construida parcialmente por los presos políticos) en el término municipal de Utrera y junto a la localidad de El Palmar de Troya (pueblo creado por los familiares de los presos). Sin embargo, es más difícil definir, con precisión, el lugar exacto donde comienzan a trabajar, ya que los presos eran desplazados a otros tramos, incluso cercanos a la localidad de Lora del Río, o sea, junto a su nacimiento en Peñaflor.
Los proyectos para la transformación en regadío de las marismas del bajo Guadalquivir se remontan a principios del siglo XIX. Tan vasta operación hidráulica pasó por numerosas vicisitudes asociadas a los conflictos de intereses afectados por la derivación de aguas del Guadalquivir.

Las referencias bibliográficas sobre la propia obra hidráulica demuestran el interés que suscitó tan ambicioso proyecto. Aunque son muy escasas, o prácticamente nulas, las referencias a la forma en que se llevó a cabo la construcción de sus primeras secciones. No fue la única obra que se realizó por presos políticos en Andalucía, pero sí la más significativa, al menos en las comarcas occidentales.
Las barriadas de Bellavista o Torreblanca no se entienden sin la actividad directa generada por las obras del canal y las transformaciones hidráulicas del Bajo Guadalquivir. Pero, también, de forma indirecta, por las derivadas de una población reclusa que vivió en los campos de concentración al servicio de estas obras, y en cuyos aledaños se asentaron sus familiares en condiciones penosas de supervivencia y drama humano. La realización del “Canal de los Presos”, significó no solamente una transformación importante del espacio físico, sino que también se tradujo en un cambio social y urbano en los municipios que recibieron a los prisioneros políticos.

HISTORIA DE LA HERMANDAD DE LOS DOLORES

PARROQUIA
Se establece en el presente siglo la Parroquia del Inmaculado Corazón de María, que debido al crecimiento de la misma se segrega creando la de San Antonio de Padua, para dar los servicios adecuados a todos los feligreses de ésta llamada Torreblanca de los Caños. La parroquia de San Antonio de Padua es establecida por la autoridad eclesiástica en Diciembre de 1960 y meses después comenzaría su total funcionamiento.

Así con el establecimiento de la Parroquia los feligreses comienzan a dar culto a su Titular festejando su feria el 13 de junio. La imagen primitiva de San Antonio de Padua llega a la parroquia posiblemente del convento de Santa Inés debiendo ser ésta del siglo XVIII, de tamaño mediano en madera policromada, la cual en varias ocasiones fue sustituida.

ORÍGENES DE LA HERMANDAD
Después de un letargo con la llegada de la comunidad jesuita, que se encargaría de las dos parroquias, D. Antonio Olmo, párroco de la de San Antonio recobra la vitalidad de la misma reorganizándose el grupo de fieles más seriamente en una libre asociación de cristianos para dar culto al Santísimo Nombre de Jesús y a San Antonio de Padua en junio de 1987. Asimismo nace en un sector de la parroquia un grupo de vecinos que organizan y festejan por primera vez una Cruz de Mayo, dirigidos por una entidad cultural de nombre «Inmaculado Corazón de María».
Años más tarde suma la Asociación de Fieles una dolorosa a sus titulares con la advocación de María Santísima de los Dolores, adquirida por la parroquia para darle culto.

La entidad cultural, muy vinculada a la Asociación de Fieles, decide adquirir una imagen de Jesús Cautivo para en Abril de 1992, formalizar la oficial unión, aunque ya habían sido dos años antes aprobados como Agrupación Parroquial del Santísimo Nombre de Jesús, María Stma. de los Dolores y San Antonio de Padua, por la autoridad eclesiástica.

Dos años después, tras haber tramitado las Reglas en el Arzobispado son aprobadas erigiéndose por decreto del Sr. Arzobispo en Hermandad de Penitencia, fechado el 19 de Abril.

Así las cosas, comienza la Junta de Gobierno provisional a establecer el cumplimiento de las Reglas convocando rápidamente Cabildo General de Elecciones para elegir legítimamente la primera Junta de Oficiales que dirija los designios de la Hermandad por cuatro años. Asimismo se celebraron los Cultos de Regla en honor al Santísimo Sacramento y a San Antonio de Padua en el mes de junio y en Septiembre a María Stma. de los Dolores, siendo esta última ocasión celebrados especialmente en Acción de Gracias donde los hermanos realizaron por primera vez el juramento de las Reglas, haciendo pública Protestación de Fe.

Del mismo modo se comienza a informar a los Hermanos que la Estación de Penitencia se realizaría con nazarenos vestidos con túnicas y antifaz morados, capa blanca y calzado negro, con el fin de que aquellos que fueran a participar en ella comenzaran a confeccionarse su hábito.

Por vez primera, se erige canónicamente una Hermandad de Penitencia que no realiza en la Catedral su Estación de Penitencia, hecho éste que dignifica mucho los fines y directrices de esta Hermandad, que da toda la importancia que requiere a su Estación Penitencial y no al lugar donde se realice, así como circuncidar la labor evangélica al barrio exclusivamente, por supuesto sin restar importancia a las Cofradías que la realizan a la Catedral de la ciudad.

En definitiva, entre otras cosas, un sueño hecho realidad para el barrio de Torreblanca, para sus vecinos y especialmente para los hermanos de la corporación y para aquellos que con su esfuerzo, ideas y voluntad supieron labrar la primera piedra del edificio que en Abril de 1994 comenzó a construirse.

HISTORIA DE LA ROMERÍA DE TORREBLANCA

Fue en el año 1938 cuando varios amigos en una tertulia de completa amistad al hablar de que el barrio cada vez tenía más habitantes, surgió la idea de crear una fiesta para el barrio de Torreblanca, aceptando crear una Romería.

El día 29 de Septiembre de 1958 salió por primera vez nuestra Romería de Torreblanca. El primer simpecado de la hermandad fue bordado por las hermanitas de los pobres en el mismo año de fundación de la Romería, el cual constaba de un paño de terciopelo azul marino con la imagen de nuestra titular en el centro pintada por un autor anónimo. Más tarde, en el año 1963 se realizó el primer bordado del simpecado, el cual fue donado por D. José Ruiz Ternero.
La primera carreta en la que se portaba al simpecado era un carro tirado por dos mulas, que se adornaban con flores del campo.
La Romería estuvo saliendo sin tener la autorización formal del Arzobispado hasta el año 1964, aspecto que el párroco Don Rafael Escalarte Avilés, consiguió regularizar, quedando oficialmente reconocida como Hermandad de Gloria con el número 416 y registrada en el correspondiente libro del Palacio Arzobispal.
Los años anteriores a 1970, siempre se peregrinó hacia la Hacienda de Guzmán, situada junto al actual Centro Penitenciario Sevilla 2, donde era muy bien acogida nuestra Hermandad y la Romería.


En el año 1971 la hermandad se vio obligada a no realizar la Romería por falta de ubicación para peregrinar.
Gracias a la Junta de Gobierno, hermanos y otras personas, al año siguiente, en 1972, consiguieron el permiso por parte de los mandatarios de la finca «La Naranjilla», para realizar la alojada en este lugar. La Romería estuvo peregrinando en esta finca hasta el año 1978, siendo suspendida en el año 1976 por la lluvia y el mal tiempo, realizando procesión por las calles del barrio y visitando la iglesia de San Antonio de Padua.


Fue ya en el año 1978, cuando concedieron realizarla en el eucaliptal situado en la nueva torre de control del Polígono Aeropuerto, junto a la barriada de Alcosa, donde se viene realizando desde aquel año.
Desde entonces, antes de comenzar a caminar hacia el Eucalipal, la carreta es paseada por los bueyes por las calles del barrio, hasta llegar a la iglesia de San Antonio, donde es acogida por la Hermandad de los Dolores.
Una vez rendido cortesía en este emotivo acto, el cortejo se dirige camino del Eucaliptal, no sin antes despedirse de su barrio, en la rotonda de entrada a Torreblanca, entonando la Salve al Inmaculado Corazón de María, hasta la vuelta por la tarde-noche del mismo día.

AGRADECIMIENTO A LA HERMANDAD DE LOS DOLORES POR SU INESTIMABLE APORTACIÓN